La frase es de Evangelii gaudium. Exactamente, las palabras del Papa dicen así: «Prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades» (49).

Por mi carácter, para bien y para mal, porque Dios me quiso así, porque me enamoré de Vicente de Paúl y de Luisa de Marillac; pertenezco a los primeros: a los que también tienen que aprender prudencia de los segundos. Pero a los primeros.

Y estas palabras traen a mi mente las imágenes de uno de los vídeos que más impacto tuvo hace ya años en mi crecimiento y que hoy es motivo de oración por muchas personas que no son graciosas caricaturas de alienígenas sino dramáticas aventuras, arriesgadas, esforzadas, cuyo final desconocemos pero cuyo intento es ya un regalo de Dios para quienes podemos contemplarlo.

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