Cuando tus aguas se serenen, volveran a reflejar la luz de la luna

Por distintos senderos una misma búsqueda: que todos disfruten la vida y lo puedan hacer en abundancia ... absolutamente todos.

Publicado jueves, 9 de enero de 2014

La crisis tiene muchas perspectivas y enfoques.

Uno de los más dramáticos y sensible es el que tiene relación con la infancia.

Unicef nos ofrece una mirada panorámica sobre el impacto que la crisis, que a veces nos parece un mero baile de cifras y tecnocracias, tiene sobre la situación concreta y específica de niños con nombre, contexto y circunstancias.

http://old.unicef.es/infancia-espana/infancia-espana-2012-2013.htm
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Publicado lunes, 6 de enero de 2014
Siempre me ha costado mostrar sentimientos, reflexiones o aspectos que tengan que ver con mi intimidad. Por un pudor que procuro que sea expresión de prudencia y también quizá por un malentendido respeto a lo ajeno que me hace cuestionarme sobre el interés que en otro puedan tener las propias palabras.
     Dicho lo cual, un buen amigo me hizo ver que esta premisa podía entrar en contradicción con el principio evangélico de «dar gratis lo que se ha recibido gratis», con el hecho de que todos los días muestro mi lectura de la Palabra y con el hecho de que en Internet «cada uno entra donde quiere».
     En reconocimiento de estas paradojas me atrevo a ofrecer la lectura que hago de la Palabra no desde la Sagrada Escritura, sino desde los signos de los tiempos, categoría que emplea la Iglesia para hablar de aquellos hechos que podrían parecer casuales pero que encierran en sí un mensaje vinculado con el mismo Dios.
     O vestigios del gran Sol que se desintegra por nosotros, empleando otra expresión.
    El primero de ellos tiene que ver con dos insignes personajes. Llamemos al primero «Herrnández», un joven que desde hace un año lleva a cabo tareas de coordinación en uno de los sectores parroquiales. Llevado por un exceso de transparencia en la configuración de estructuras, en la reunión de comienzo de curso comenté que se volvía a ofrecer para este año, salvo que alguien tuviera algún tipo de objeción. Y la hubo, la de un segundo personaje, llamémoslo «Fernández» y que lejos de discrepar se ofrecía también para esa tarea.
     Tengo que reconocer que me invadió un escalofrío ante la propuesta. Ni era mi intención duplicar las responsabilidades, ni abrir un proceso electivo, ni mucho menos aún sustituir a quien había trabajado con tanta dedicación. Al tiempo me invadió la duda de si Hernández pudiera haberse sentido cuestionado por el tono de mis ofrecimientos.
     La naturalidad con la que yo me referí al cargo, secundada por Fernández para su ofrecimiento, fue rubricada por Hernández quien resolvió el vacío institucional con un «pues lo hacemos juntos».
     Desde ese día, casi lo de menos es la extrema diligencia en sus gestiones, su agilidad para solventar dificultades, su equilibrio para manejar tensiones, que las ha habido; o su celo para la disponibilidad y el trabajo.
     Estas virtudes solo han sido superadas por otras mayores: la de Hernández para no sentir celos ante la aparición de un nuevo referente, la de su acogida para abrir espacios a la gestión de un nuevo líder y su extremo cuidado para hacerle partícipe de todo tipo de decisiones desde un primer momento. Junto a éstas, las de Fernández, de no buscar el reconocimiento en la competición absurda de liderazgos, su prudencia para que la nueva estructura encontrara su acomodo en relación con el servicio demandado y la discrección que lleva a reclamar un reconocimiento solo por la calidad de lo realizado.
     El sábado pasado nos enviaron una fotografía desde un restaurante donde se estaban regalando una cena juntos confirmando que el trabajo compartido, cuando está bien hecho, genera encuentro y amistad. La imagen me hizo dar gracias a Dios por el signo, en medio de un mundo tan corrompido por la lucha de poderes, por la ingrata competitividad de quien aspira al bien personal que no del común, por un signo tan visible de que la distancia entre una realidad y otra es la decisión de una persona libre; y colmó el vaso de razones para emprender este blog.
     Queridos Hernández y Fernández, trabajar con vosotros es un motivo de esperanza al comienzo de un nuevo año.



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