Cuando tus aguas se serenen, volveran a reflejar la luz de la luna

Por distintos senderos una misma búsqueda: que todos disfruten la vida y lo puedan hacer en abundancia ... absolutamente todos.

Publicado viernes, 28 de marzo de 2014
Las migraciones son un tema complejo, poliédrico, necesitado de una visión global para forjar una propia opinión.

El miércoles se publicó el informe CIE de Pueblos Unidos correspondiente al año 2013.

Un documento imprescindible para conocer la dimensión más sufriente de las migraciones y el destino de muchos de los que aparecen estos días en las noticias como triunfantes por haber sido capaces de cruzar una valla.

Una lectura que puede aportar argumentos para una comprensión mejor de la problemática y para configurar un discurso que permita la presencia pública de los creyentes.

http://pueblosunidos.org/cpu/formacion/InformeCIE2013.pdf
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Publicado lunes, 24 de marzo de 2014



Dos mujeres unidas por la tragedia del 11S tomaron la valiente decisión de transformar su sufrimiento en una energía irrefrenable: la reconciliación.

Un testimonio que me sugiere que las propuestas de cuaresma, lejos de ser tradiciones añejas, ensoñaciones idealistas o prácticas de minorías religiosas; son una verdadera posibilidad de transformación histórica y social.

El poder de la reconciliación

En la pestaña «subtitles», puede encontrarse la traducción al castellano.
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Publicado jueves, 20 de marzo de 2014
La crisis maquilla con datos, estadísticas y tendencias historias concretas, narraciones donde el diagnóstico adquiere su verdadero peso.
Me dicen que en el la grafía china, la palabra «crisis» se compone de dos dibujos que, de manera independiente, significan: peligro y posibilidad.
Estas variaciones etimológicas se me hicierion visibles hace unos meses.
Una actividad de verano. Una persona que no puede pagarla. Un aviso. Una invitación a que vengan para charlar y buscar una solución. Nada diferente a otros años.
Una de las muchas familias afectadas por la crisis, por el impago de los clientes, incluidos los estatales, que dificultan el abono a proveedores. Hasta que la situación se hace tan crítica que entran en juego los bienes familiares y personales. Entonces la crisis ya no es solo estructural y social, sino tragedia que se arraiga en lo más profundo del corazón.
El rosto de la madre evidencia la crudeza de esta ecuación descrita cuando llegan para mantener la entrevista, e inicia la conversación con todo sosegado pero contenido. Cada palabra es un reconocimiento y la verbalización aumenta la conciencia sobre el propio drama que están viviendo. Por eso la voz comienza a quebrarse mientras describe los inicios de lo que fue un negocio familiar, de los buenos tiempos y de las obras públicas cuyos pagos no llegan a tiempo.
Al responderme sobre cómo se encuentran, cómo está su marido, qué perspectivas encuentran de futuro... el llanto interrumpe el discurso para invitar a otro plano de meditación donde las palabras vuelven a ser escasas.
El tenso silencio lo rompe la hija. Como si pudiese mantenerse ajena a la situación, su sonrisa es anticipo de una propuesta: «He estado ahorrando, de los regalos de cumpleaños y de la paga... ¡Tengo ya casi un tercio de lo necesario! Solo te pido que me dejéis poder pagarlo a plazos. He hecho cálculos. Y en otoño creo que podría pagarlo todo».
La mamá trata de integrar sentimientos contrapuestos ante la iniciativa de su hija de dieciséis años. Intuyo en ella la mezcla de vergüenza, en este caso injustificada; fracaso... pero, al tiempo, admiración por su hija a la que ha querido acompañar para que no fuera sola a formular la propuesta, como escondiéndose ella del posible acuerdo.
En este último sentimiento traté de insistir. Donde ella percibía motivos para lágrimas de tristeza, a mí me costaba mantener las que querían expresar una profunda admiración: por la entereza de la hija, por su sentido de la responsabilidad, por su tesón, por su capacidad de sacrificio traducida en ahorro, por su constancia, por su espíritu emprendedor para buscar soluciones y no caer derrotada ante dificultades no pequeñas para su edad. Por todas estas virtudes que olvidamos en los años previos a la crisis y que ahora se nos proponen como alternativa a la recesión y que esta joven ya tiene encarnadas. Por el éxito educativo que supone que un adolescente llegue a esos planteamientos: no son criterios que puedan improvisarse.
A duras penas me fue posible cerrar el acuerdo tratando de convencerles que en ningún caso dejaría de participar en la actividad y que bajo ningún concepto admitiríamos un pago hasta que la situación no se hubiera normalizado.
Mucho menos para participar en una actividad consistente en la atención a menores en situación de marginación y exclusión social a las que esta joven quería dedicar su tiempo y capacidades.
Solo fui capaz de convencerla bajo el argumento de que sus ahorros podían ser útiles a su familia, que esa era ahora su primera responsabilidad y que habría posteriormente ocasión de cerrar este tipo de cuestiones.
En un paseo para la meditación, la espontánea propueta de la joven se convierte en espada afilada, en forma de interrogantes, de toma de conciencia de lo que suponen las cifras que manejamos, a veces con ligereza; de la suerte vivida, de la responsabilidad que cada uno tenemos...

La actividad fue un éxito. Su experiencia también.

Meses después, cuando aquella conversación estaba ya en las páginas cercanas al olvido una rápida conversación: «Ya casi lo tengo todo. No me olvido. Os lo debo».
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Publicado miércoles, 12 de marzo de 2014
En el Instituto de Estudios sobre Migraciones estamos de XX aniversario. En el marco de las celebraciones tenemos un programa de actividades que muestran nuestras líneas de investigación y nuestros trabajos.

El Miércoles 26, en c/ Alberto Aguilera 25, a las 12.15 Pueblos Unidos hace público el informe anual sobre el Centro de Internamiento de Extranjeros. Una muestra cuantitativa para conocer los verdaderos datos de esta problemática y una visión cualitativa para valorar las implicaciones y condiciones en las que estos internamientos se llevan a cabo.

En el escenario actual de vallas y temores de presuntas invasiones, una oportunidad para conocer la situación de los extranjeros en España.

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Publicado sábado, 8 de marzo de 2014
Hay tareas que no pueden convertirse en rutinarias porque degradarían su contenido. Los balances y cierres de cuentas marcan el final de todo proyecto. El último recuento de billetes se convierte, entonces, en un repaso de imágenes y fotografías de cada uno de los implicados, sus esfuerzos, sus renuncias, su creatividad...
Y el balance final del proyecto de Teatro de este año invita a la sonrisa: cuatro cifras. Objetivo cumplido y último paso: el ingreso en el banco.
Un pequeño paseo marcado por un número, cuatro cifras... un dato que llamamos recaudación y que trae a mi memoria las palabras de Marx en su crítica al dinero por su incapacidad de traducir convenientemente todo lo que representa, su trasfondo.
Cuatro cifras que son incapaces de expresar lo vivido: las sonrisas del público, sus agradecimientos, sus reflexiones al hilo de una obra tan esperanzadora como profunda; los nervios de los debutantes, la tensión de los veteranos conscientes de su responsabilidad; la alegría de quienes emprendieron estas aventuras y ahora contemplan el testigo en otras manos; las tardes de decorados mostrando una creatividad que recuerda al mismo Dios; el amor en forma de preocupaciones y tensiones de quienes asumieron la dirección; la música que resuena con solo cerrar los ojos para volver a emocionar...
Sumido en estas reflexiones, supongo que por la forma de mirar al sobre de las cuatro cifras algo debió percibir el amable cajero que se convierte en un anónimo amigo por el trato cotidiano... «Hoy traes la recaudación de un proyecto importante, ¿verdad? Este tipo de operaciones son las que me dan alegría para todo un día: lo haremos con mucho cariño». Y, mientras con agilidad hacia sus anotaciones en el programa informático, preguntó con interés: «¿A qué ayuda lo enviáis en esta ocasión?». Y tuve que hablarle de Linares, de la crisis, del paro, de las familias en dificultad, del Centro de Transeúntes en cuya construcción estamos colaborando, mientras él parecía retrasar los pasos necesarios para la operación con objeto de seguir escuchando... De tantas cosas que tampoco son capaces de expresarse con cuatro cifras ni con miles de palabras.
Pero hay que entender que estas trascendencias nos embargaban a mí y, por el brillo de sus ojos, también a él... pero no al resto de la fila de personas urgidas por las tareas cotidianas...
Terminado el tiempo razonable para mi atención, nuestra transacción bancaria concluyó con sus palabras: «La próxima vez ven a primera hora que tengo menos gente. Tenemos que tomar una cerveza y me lo cuentas con más calma. Sois estupendos».
Final de la tarea. Como recuerdo un resguardo bancario y un sobre desgastado por el uso. Vacío. Con el recuerdo de cuatro cifras en el dorso que concluyen un proyecto. Y que ahora dan comienzo a otro, en otras manos, en otros lugares. Cuatro cifras que son ahora un sacramento de vida.


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