Uno de mis mayores logros...

En mayo, unas molestias en la rodilla fueron ocasión de una bonita conversación con un fisioterapeuta.

Tras la la exploración, un sucinto historial de deportes practicados y del uso dado para diagnosticar "rodillas de cura" con muchas barbaridades acumuladas en marchas, itinerantes, caminos de santiago y muchas màs mochilas de las aconsejables.
"Demasiado que giran" dictaminó el fisio acompañándolo de una serie de recomendaciones que ambos sabemos será difícil que se cumplan porque comparte la pasión por las montañas y sabe lo que eso supone.
Comenzó a hablarme de sus gestas, de muchos tresmiles, algún cuatromil e incluso un cinco mil.
Tuve que reconocerle que mis gestas eran mucho más modestas y que todas las mías estaban en el rango de los dosmiles.
Pero en esas alturas se viven cosas inalcanzables a otras superiores. Le hablé de Laura y de cómo hace 15 años, camino de Peñalara, logró que la montaña venciera su anorexia aunque solo fuera por unos días y le permitiera comer y ser feliz, en el primero de los pasos de un largo itinerario hasta la sanación.
Le hablé de las rampas de Cabeza Líjar en las que Víctor encontró aprendizajes que años después le sirvieron en las rampas de una oposición, y de otras gestas que solo se dan en los dosmiles.
Él me escuchó con atención, sensible a mis narraciones para concluir: «A mí también me encanta ese tipo de senderismo».
En septiembre añadiré la vivida hoy: coronar con Alex las lagunas del Duque.
El concepto de discapacidad me resulta paradójico. Yo me siento muy discapacitado en muchas cosas.
Desde luego para reconocer cuándo no puedo mantener el equilibrio y coger la mano del que llevo al lado. Para soltar la mano cuando no es necesario y caminar con dignidad y con los propios medios. Para no aceptar que nadie me lleve la mochila si puedo hacerlo yo. Para no emitir queja alguna y adoptar el rictus innegociable del Induráin de los 90 quede lo que quede. Para echar la vista atrás y sacudir la mano, sin necesidad de decir nada más valorando lo alcanzado.
Hemos tardado un poco más, aunque no mucho. Y ha concluido con una frase sobrecogedora: "Josema, ha estado muy bien".
No sé si un verano aparecerá la ocasión del cuatromil, pero el día que las rodillas no puedan más, contaremos las gestas de los dosmiles y disfrutaremos de fotos que son un regalo incomparable.

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