Experiencias que no deben ser olvidadas

El campamento ha tomado velocidad de crucero y todos los mecanismos están ya engrasados y otorgando un ritmo intenso y que nos permite trabajar todas las claves educativas previstas.

El primer día, con el paso del tiempo, se ha convertido en una especie de mantra para los monitores más veteranos. Las evaluaciones y la experiencia acumulada nos han permitido ir reconociendo actividades que consideramos esenciales para el proyecto.

Por la tarde, taller de cabuyería. Los chicos, por grupos, han ido construyendo muebles y elementos decorativos para la acampada. Han completado con ello el trabajo que realizaron ayer de montaje de las literas y y de las taquillas. Se trata, en definitiva, de que contribuyan al montaje del campamento y abandonen la tentación de pensar que todo tiene que estar dispuesto para ellos sin trabajar y contribuir en ello. De esa forma hacen suyo también este proyecto.

En la velada, juegos tradicionales: tiro con cuerda, el pañuelo, la zapatilla por detrás... Es una de las veladas más celebradas por los acampados y la hacemos la primera noche para que tengan diez días por delante para disfrutar los juegos aprendidos. Para nosotros, aunque sea por una noche, ser capaces de superar las prestaciones de la Pokemon Go será siempre motivo de orgullo.

Y, la más importante de todas, la primera celebración gira en torno a la reconciliación. Se trata de insistir hasta la afonía en que la mejor forma de hablar sobre Dios es en términos de perdón y misericordia. Durante estos días, los niños que lo deseen podrán participar en el sacramento.

Esta año la celebración quedó presidida por un sin fin de globos de colores. En ellos nuestros motivos de arrepentimiento y nuestro motivos de orgullo personal. Se trata de que ambas experiencias lleguen al buen Dios. En la oración de la noche les hemos advertido de que solo la mitad de los globos continúan su viaje: aquellos que contienen motivos de orgullo. Los que contenían nuestros errores y arrepentimientos han detenido su viaje en el olvido de Dios descrito por el famoso cuento:

"Una mujer se acercó a un cura para confesarse y advirtió que ella hablaba cada tarde con Dios de forma personal y que ella era capaz de escuchar su voz y que respondía a sus preguntas.
Preocupado, el sacerdote, trató de encontrar una estratagema que permitiera a la mujer salir de su error o hacerle consciente del problema psicológico que pudiera estar viviendo.
Por esta razón le indicó -¿Así que hablas con Dios? - le dijo - ¡Pregúntale entonces a Dios por mis pecados y cuéntamelos mañana!
Al día siguiente la mujer se volvió a acercar a la iglesia para sorpresa del sacerdote. -¿Has hablado con Dios? - ¡Sí! - respondió la mujer. -¿Y le has preguntado por mis pecados? ¡Podrás enumerarlos entonces!-. - No-, respondió la mujer, -le he preguntado por tus pecados pero me ha dicho que no puede contármelos porque Dios, cuando perdona- olvida".

Con la mirada fija en los globos elevándose, hemos soñado con una sociedad en la que la reconciliación y el olvido de los errores sea signo de identidad.

Hoy era el primer día de campamento y era importante para nosotros que quedaran claras las vivencias que nunca deberían ser olvidadas.






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