No tengo más datos sobre ella. El resto, las percepciones de una corta visita.
Una niña rubia, de cara dulce y mirada curiosa. No tendría más de ocho años. Ya debía conocerme porque dirigió sus ojos al bote de los caramelos, cuya existencia es sabida por todos los niños de la parroquia.
Acompañada de su madre, soltó su mano para rebuscar en un bolsillo de su vestido y extraer un sobre. -«Quiero ayudar a los que lo necesiten»-, dijo con seguridad.
-«Muchas gracias, así será. ¿Quieres que vaya para alguna ayuda en especial?»-, le respondí.
Había tomado el sobre de la campaña recientemente celebrada en relación con el paro, pero me quedaba la duda de si su interés podría tener que ver con las misiones, o los niños con dificultad, preocupaciones más que frecuentes en niños de esta edad.
Como si la pregunta no estuviera incluida en el guión, miró primero a su madre para recuperar la seguridad suficiente. Luego miró al sobre donde rezaba el eslogan «campaña contra el paro», para posteriormente mirarme con una mezcla de ternura por mi incomprensión y de esfuerzo para explicármelo mejor.
-«Quiero que sea para los que todavía no pueden trabajar». «Es que ha sido mi cumpleaños»-.
Sobrecogido recibí su sobre. -«Así será. ¿Cómo te llamas?»-.
-«Me llamo Julia»-.
-«Muchas gracias, Julia. ¿Quieres un caramelo?».
A lo que contestó con una sonrisa tan radiante como elocuente.
-«Muchas gracias»-, respondió.
-«Muchas gracias a ti, Julia. Y muchas felicidades».


Por la noche, con la serenidad necesaria tras un día intenso, tiempo para cerrar tareas. Recoger el despacho, reflejo de catequistas, idas y venidas y una jornada llena de vida. Y un sobre que ingresar en la caja de Cáritas. Lo abrí con detalle para valorar la grandeza de experiencias cuyo significado da sentido a la vida. Para encontrarme con billetes de distinto valor, usados y que me transmitieron una profunda sensación de autenticidad.
Inevitablemente provocaron mi imaginación para enviarme a una posible celebración de cumpleaños, de familiares y amigos que, quizá ya alertados, decidieron que los regalos fueran, este año, económicos. Y una niña que los fue guardando en un sobre cogido de la parroquia para configurar un inmenso regalo que hoy quería compartir con vosotros.

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